Su literatura surge antes de 1948, pues durante décadas se fue produciendo el fenómeno de la aliyah (literalmente, 'subida'), que no es sino la llegada de personas dispuestas a forjar la nación, por lo que puede hablarse, en justicia, de pioneros también en el ámbito literario, que aparte de los hechos políticos, diplomáticos e incluso militares, fueron creando una tradición literaria que tendría sus primeros frutos importantes con anterioridad a la declaración de independencia. Este elemento peculiar de la literatura israelí no es, con todo, el más importante, pues éste no es otro que el idioma, sujeto también a una historia peculiar. En el curso de las diferentes oleadas de aliyah que se dieron en el último tercio del siglo XIX, azuzadas por las persecuciones y matanzas de que eran víctimas los judíos dentro del imperio ruso, el lingüista Eliezer ben Yehudá (1858-1922) se planteó, una vez instalado en Jaffa, que él y su esposa hablaran entre ellos únicamente en hebreo.
El dato parece irrelevante, pero el hebreo había dejado de hablarse como lengua cotidiana en la Antigüedad, reemplazada en el uso por el arameo y solamente conservada en la liturgia hebrea. Así, el hijo de la pareja, Ben Zion, fue el primer niño de habla hebrea desde la Antigüedad. El milagro de la resurrección de esta lengua, que es junto al árabe el idioma oficial de Israel, le da al hebreo una flexibilidad especial, ya que según el escritor israelí más famoso de la actualidad, Amos Oz, permite a los autores israelíes sentirse como los contemporáneos de Shakespeare, forjando un idioma en cada obra, adaptándolo, renovándolo, fijándolo.
Marisa Lafon Alvarez 1°C #22
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